CDIA OBSERVA

Quieren estudiar pero no pueden, quieren trabajar pero tienen pocas oportunidades. Entre golpe y portazo, a muchos de los 1.740.130 jóvenes paraguayos de entre 15 y 29 años que hoy celebran su día les cuesta desarrollar sus expectativas, sus proyectos de vida y sus potencialidades.

Pese a ello, siguen peleando por abrirse camino, buscan espacios participación ciudadana y reivindican la democracia por sobre cualquier otra forma de gobierno, según reveló la Primera Encuesta Nacional de Juventud 2010, elaborada por el Observatorio Nacional de Juventud, del Viceministerio de esta área.

ESTUDIO VS. trabajo. La edad que marca formalmente el inicio de la juventud (15 años) coincide con la etapa en que esta franja poblacional debería estar cursando sus últimos años de secundaria y pensando en alguna formación de nivel terciario.

Y aunque la mitad de ellos considera que en este momento de su vida lo más importante debería ser estudiar, solo un 14 % puede dedicarse exclusivamente a esta actividad.

Cuatro de cada diez ocupan la mayor parte de su tiempo en un trabajo remunerado y un porcentaje similar lo destina a las tareas domésticas (limpieza o cuidado de otros miembros de la familia), quedando el estudio en tercer lugar.

«Los jóvenes sentimos la necesidad de capacitarnos, pero nos encontramos con el gran obstáculo económico. Nos vemos obligados a buscar trabajo, algunos lo encuentran, otros no. O sea, si trabajan no tienen tiempo para estudiar, y, si no lo hacen, no pueden solventarse los estudios», resume la joven abogada Fátima Justiniano.

POCOS INGRESOS. La baja remuneración, el trabajo precario y en malas condiciones, sin seguro social y poco estable son las características del empleo juvenil.

Hoy, la mitad de los jóvenes de entre 15 y 29 años no trabajan, y la otra mitad tienen un empleo remunerado. Sin embargo, la mayoría de ellos ganan menos de G. 500.000 por mes.

Esta precariedad se acentúa en comunidades indígenas y del interior del país. «Trabajamos en la chacra, otros venden artesanía en las ciudades. No tenemos muchas oportunidades de empleo cuando salimos de nuestra comunidad», señala la joven indígena curuguateña Mburucuyá Portillo.

MIGRACIÓN. Todo esto siembra en la mente de algunos la idea de migrar para desarrollar mejores oportunidades laborales y educativas. La encuesta revela que casi un tercio de la población joven del país ha pensado en migrar, ya sea a otra ciudad o a otro país.

«A nosotros nos preocupa el futuro, porque acá en el Chaco no hay ninguna fuente de trabajo. Cuando uno termina sus estudios en la escuela no va a la facultad, porque acá no hay ninguna. Entonces hay que migrar a otras ciudades» , comenta el joven chaqueño Saúl Arias, desde su natal Bahía Negra.

Junto con la educación, la salud es otro aspecto determinante en el desarrollo de los jóvenes. En este punto, la encuesta indica que solo 2 de cada 10 jóvenes paraguayos cuenta con un seguro médico, ya sea de la seguridad social o privado.

Ya inmiscuyéndonos en la vida privada de los muchachos y muchachas de menos de 29 años, podemos contar -con base en la encuesta- que el 74 % de ellos y ellas ya tuvieron relaciones sexuales, la mayoría antes de los 18 años.

PARTICIPACIÓN. Pese a las circunstancias poco favorables que tienen que afrontar, buena parte de los jóvenes no bajan los brazos en la búsqueda de un futuro mejor.

Cuatro de cada diez participa en alguna agrupación u organización -generalmente religiosa o vecinal- y más de la mitad aseguran preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno.

No obstante, reclaman más espacios. «Vivimos un tiempo de mucha mayor libertad, pero nos hacen falta más espacios de acción, no solo de recreación, donde se nos permita una participación activa», opina Eduardo Pando.

Según la viceministra de la Juventud, Diana García, la clave para que se den cambios paulatinos en este panorama juvenil es que el propio joven paraguayo se dé cuenta de algo: «Él es el sujeto principal que desarrolla este país día a día».

Fuente: Última Hora Digital – http://goo.gl/b7y9I